Luis Romero
Fotogramas
Collages de papel
30 x 21 cms c/u
2015


II
I
III
IV
V
VI

VII
VIII





IX

X

XI

Del texto COSAS IDAS
Rafael Castillo Zapata
El cruce entre ciencia y fantasía que los surrealistas heredan de Verne, de Roussel y de Grandville le sirve a Luis Romero para redimensionar la técnica del fotomontaje, desvinculándola de su antecedente político o documental para acercarla ambiguamente al mundo de los sueños o de las alucinaciones.
Como Max Ernst, Luis Romero es un voyeur enciclopédico y lírico, es decir, alguien que goza la mirada repasando, por ejemplo, las imágenes de un tratado de botánica a la caza de presencias impregnadas de pura potencia plástica, evocadoras de mundos fantásticos u oníricos, en cualquier caso alegóricos, misteriosos. La rama de un cardo, una hoja agujereada por los dientes de una oruga, el pistilo de una flor aparecen, en principio, como si estuvieran siendo focalizados por el ojo científico de quien mira a través de la lente de un microscopio. El enmarcado circular de la imagen quiere acentuar esta sensación, pero lo que se observa entre sus márgenes netamente tallados no es la presencia objetiva del fragmento vegetal elegido sino, por decirlo así, su metamorfosis metafórica. De muchas maneras, me parece, Romero está jugando con diversas resonancias que atañen al mundo de las ciencias naturales y al mundo de la óptica: sus detalles de formas vegetales remiten tanto a los juegos de la observación milimétrica del botánico a través de una lente de aumento como a las puestas en escena propias de los dioramas y los panoramas del siglo XIX, gracias a los cuales, mediante una mirilla, el espectador podía contemplar paisajes artificiales construidos para engañar al ojo con su aparente patencia natural, incuestionable. Los fotomontajes de Romero, si así podemos llamarlos, disponen el elemento vegetal en un plano que corresponde más bien a las visiones fantásticas, digamos, de una película de Mélies, recuperando para el ojo contemporáneo esa fascinación intersticial de la mirada que solo era posible en la época en que el desarrollo de los dispositivos de reproducción visual todavía oscilaba entre la artesanía y la tecnología, entre la barraca de feria y el gabinete científico.
Rafael Castillo Zapata
Mayo de 2015